¿Ud. Sabe cuántos libros proféticos tiene la Biblia? Quizás sí, pero muy pocos son los que en realidad conocen de ellos; por eso hemos preparado este artículo que te permitirá aprender todo sobre ellos, sin dejar de lado a los Profetas y sus mensajes.
Por supuesto, los tiempos han cambiado: ahora la gente anda en busca de los prestidigitadores para conocer lo que le avecina el futuro.
Los profetas no se apuntan en esa línea y sus vaticinios llegaron incluso a estar en contra de lo que esperaba oír la gente. Conozcamos pues sobre estos interesantes temas.
TABLA DE CONTENIDO
Cuántos libros proféticos tiene la Biblia
Como hemos venido comentado desde la más remota antigüedad el hombre ha procurado conjurar la fatalidad de un porvenir que se le escapa, para ello ha hecho uso de “recursos” como adivinos, gitanos, médiums, videntes, pitonisas, adivinos, nigrománticos, hechiceras, entre otros, han tratado de responder a tal incertidumbre.
Los profetas sin embargo, se apartan por mucho de ese mundo para convertirse en personas ejemplares de la comunidad antigua.
En la Biblia, en principio hay 17 libros proféticos: 5 de ellos corresponden a los Profetas Mayores y el resto a los Menores.
En todo caso, los primeros Profetas como Isaías, Abraham o Moisés, preceden en el tiempo a los que vinieron después.
Digamos ahora que según la extensión de sus libros (más que por su importancia), los Profetas se clasifican en mayores y menores.
Profetas mayores
Se consideran como tales a Isaías, Jeremías, Lamentaciones (Jeremías), Ezequiel y Daniel. Sintetizando cada uno:
Isaías: vivió durante el reinado de cuatro reyes diferentes (desde el 740 hasta el 681 a.C.), más que ningún otro, esperaba la venida del Mesías (Mateo lo cita con frecuencia) y por ello se le llama a veces el profeta mesiánico.
Jeremías: ejerció como tal un poco después que el anterior, cuando Jerusalén cayó en poder de los caldeos. Previó este desastre y hasta recomendó la rendición para salvar al pueblo, por lo cual fue considerado traidor. Al igual que Isaías, creyó que vendría una época en que Dios haría un nuevo pacto con Israel.
Lamentaciones: son, como indica su nombre, una letanía de lloros o lamentos por la destrucción de Jerusalén. Su redacción se atribuye a Jeremías, que lo habría compuesto apenas la ciudad cayó ante los atacantes de Judá (el reino del sur de Israel).
Ezequiel: lleva su nombre por un profeta que vivió en el exilio y ejerció su ministerio desde casi 595 hasta 571 a.C. Describe el llamamiento del visionario para servir a Dios. Asimismo, se refiere al retorno del pueblo exiliado en Babilonia a Jerusalén y la restauración del templo.
Daniel: también fue profeta durante el exilio y sirvió como oficial en la corte del rey Nabucodonosor de Babilonia. La primera mitad del libro se refiere a su vida, la segunda da cuenta de cuatro visiones y prevé la victoria final de Dios en la historia.
Profetas menores
Estos son los visionarios Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.
Oseas: profeta de aquellos tiempos, exhortaba al pueblo a que volviera sus pasos a Dios, y es recordado por el amor que mostró por su infiel mujer que volvió al hogar después de muchos años de ausencia.
Joel: este libro exhorta al arrepentimiento del pueblo. Anticipa el juicio venidero de Dios y el derramamiento del Espíritu Santo en las gentes de todas las naciones.
Amós: es el gran profeta de la justicia, criticó a otras naciones y expuso la falsa seguridad del propio pueblo de Dios, cuya religión se tornó desagradable a éste porque olvidó la justicia y la misericordia. Presagio el juicio venidero y un tiempo de prosperidad para todos.
Abdías: es un libro corto y trata sobre la destrucción de la nación de Edom (al sur del Mar Muerto), impía y hostil a Dios.
Jonás: relata la conocida historia del profeta tragado por un pez. Enfatiza el amor de Dios por los gentiles y anticipa la misión de los cristianos a todas las naciones.
Miqueas: predice la caída de Israel, el imperio del norte, pero se interesa más por los pecados de Judá el reino del Sur. Además anticipa el futuro gobierno de Dios.
Nahum: se escribió al estilo de un poema que alaba la grandeza de Dios y predice la caída de Nínive, la capital de Asiria.
Habacuc: se basa en una serie de preguntas retóricas que plantea su poco conocido escritor, sobre por qué el pueblo elegido por Dios se ha vuelto impío. Cuando vio que Dios destruiría a Judá utilizando a los caldeos, se preocupó mucho pues estos eran aún más impíos que los primeros. Pero Dios le contestó que acabaría con ambos. Habacuc consideraba que su pueblo debía vivir con la fe y confianza en Dios.
Sofonías: habla del juicio a las naciones, Judá inclusive, y anticipa un tiempo en el que Dios se mostraría completamente a todas las naciones y estas lo alabarían. Asimismo, habla de la restauración de Israel.
Hageo: contiene cinco mensajes cortos que se refieren a la reconstrucción del Templo de Jerusalén (520-516 antes de Cristo).
Zacarías: fue escrito más o menos en la misma época que Hageo y relata cómo Dios ha permitido el sufrimiento de su pueblo a causa de su propia impiedad; pensaba que Jerusalén volvería a ser una gran ciudad, se refirió al juicio venidero a las naciones y el gobierno de Dios sobre la tierra.
Malaquías: critica fuertemente al pueblo de Dios por su falta de interés en reedificar el Templo y por su decadencia moral y religiosa, también anticipa la venida del “Día del Señor”, lo cual puede incluir la venida de Cristo.
Qué son los profetas hebreos y profetas paganos
Los Profetas Hebreos son aquellos que se mencionan en la Biblia en el Antiguo Testamento, reconocidos por la doctrina tanto judía como cristiana tradicional y ortodoxa.
Los Profetas Paganos no serían sino los profetas o visionarios que ejercían como tales en los pueblos considerados como no adoradores de Yahvé.
Cuál es el papel del profeta en la Biblia
El Profeta es un hombre llamado por Dios para que transmita su palabra al pueblo, y por ello era una labor peligrosa que le podía costar la cárcel.
En él se combinan tres elementos muy específicos que son: la elección de sus servicios por Dios, la vocación personal de visionario y un mandato que junta ambas cosas.
Los Profetas cumplían las siguientes funciones
Religiosas
Defendían el monoteísmo, la observancia de la Ley mosaica y el amor al prójimo así como las obras de caridad. Asimismo, eran mediadores entre Dios y el pueblo, otras veces hacedores de milagros, y salvadores (Moisés, de la persecución del faraón Ramsés; Samuel, de los filisteos; Isaías de los Asirios, entre otros, a veces mediante la rendición ante los pueblos invasores).
Sociales
Denunciaban el comportamiento inmoral del pueblo, el despojo de los pobres por parte de los ricos, así como la venganza de Yahvé contra aquellos que buscan la riqueza material a costa de los oprimidos. Alentaban y consolaban a la gente en momentos de aflicción, orientaban, instruían, formulaban soluciones a ciertos conflictos internos, entre otros.
Políticas
Preservaban la paz del pueblo evitando conflictos con los imperios dominantes en cada época (Asiria, y Babilonia especialmente), participaban en los acuerdos a los que se llegaba entre naciones, y servían de intermediarios para evitar los enfrentamientos.
En otros momentos, podían ser los que alentaban a los reyes a participar o no en la guerra, según lo que les manifestase Dios; veces acertaban, en otras no.
En todo caso, el profeta no ve propiamente toda la realidad, utiliza un lenguaje simbólico, procura interpretar la historia de su pueblo, no siempre complace los deseos de la gente, y por último debe ser un sabio que vive metido en lo cotidiano, en lugar de predicar en abstracto.
Mensajes de Dios a los profetas
Los mensajes de Dios llegan a los profetas de diversas formas: una visión, como en Ezequiel; mediante voces (Jeremías 1:11) o a través de sueños (Daniel 7:1).
En el caso de la «visión», se entiende como una percepción sensible, y no implica forzosamente una imagen visual. Por otra parte, lo que determina la modalidad de recepción del mensaje depende más del profeta que de la propia deidad: probablemente las cualidades naturales del profeta o su temperamento personal.
Asimismo, tal como es variado el modo de recibir el mensaje, también lo es la forma de transmitirlo al pueblo: podía hacerse mediante gestos y posturas especiales, quizá de significados místicos, verbalmente o por escrito.
La mayoría de los Profetas fueron visionarios callejeros antes que escritores. Se dejó constancia de sus prédicas orales en textos después de muchos años de vociferarlos al pueblo, muy probablemente para preservarlos de la muerte.
De hecho, actualmente no tenemos las prédicas exactas de cada profeta y nos consta, desgraciadamente, que solo contamos con unos escasos resúmenes. Tales vaguedades de contenido (y hasta la falta de contexto muchas veces) tornan bastante difícil la interpretación del sentido real de algunos fragmentos o pasajes.
Canonicidad de los libros proféticos
Todos los libros proféticos arriba citados se consideran canónicos e inspirados por Dios para la Iglesia Católica.
No obstante, judíos y protestantes consideran apócrifos al libro de Baruc, y ciertas partes de Daniel 3:24-90, así como los capítulos 13 y 14, por lo que no se los incluyen en sus Biblias. Ello es a causa de que aparecen en griego en la Septuaginta y no contamos con los textos auténticos en hebreo. Esto es cierto en el caso de Baruc, pero Daniel sólo tiene algunas adiciones griegas, lo que no es motivo para que el texto completo sea rechazado por el judaísmo. En cuanto a los protestantes, sólo incluyen las partes no escritas en griego, y el resto se considera como apócrifo, en tanto que los Católicos aceptan ambos textos denominándolos deuterocanónicos.
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