El tema del perdón es frecuente en el cristianismo, porque todo mundo pide en el Padrenuestro que Dios lo perdone porque así también perdonamos nosotros; por ello consideramos importante presentarte este artículo donde encontrarás la respuesta a la siguiente pregunta: Cómo conseguir el perdón de Dios.
Pasemos pues ahondar en este tema de interés para todo cristiano.
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El perdón de Dios
Según nos explica la Real Academia Española, las palabras perdón y perdonar derivan del prefijo latino per que quiere decir pasar, cruzar, adelante, pasar por sobre; y del verbo donāre. Todo ello nos lleva a la idea de condonación, remisión, cese de alguna falta, ofensa, entre otros. Apunta a la idea de dispensar al que comete un error, discrepancia o error.
Respecto al perdón de Dios, se refiere a una solicitud que hace el feligrés por haber pecado, y en tal caso mediante el sacramento de la confesión o penitencia, los clérigos católicos median para que se obtenga la condonación divina o absolución.
Cómo conseguir el perdón de Dios
La indulgencia o perdón aparece en la Biblia ya desde los tiempos de Adán y Eva, cuando explica que muchas personas que cometieron errores solicitaron el perdón de Dios, y los Israelitas siempre supusieron que las calamidades que le sobrevenían era el resultado de haber pecado contra su deidad.
Por supuesto, a todos les agrada pensar que son buenos y justos, y hasta los más grandes criminales de la historia nunca se consideraron culpables de nada; de modo que se olvidan de Pablo cuando dijo que el bien que buscamos no lo hacemos, sino el mal que no queremos.
La propia Biblia deja entrever mediante versículos y la tradición de la Iglesia que es posible ser perdonado por Dios si se hace lo siguiente:
- Confesar los pecados
Al expresar y reconocer las actitudes erróneas cometidas, abre las compuertas para que Dios nos perdone.
- Arrepentirse
No es suficiente la confesión del error, sino conviene mostrar el arrepentimiento y la disposición a cambiar para actuar como un verdadero cristiano.
- Creer en Jesús
Es necesario creer que el perdón solo puede venir a través del Señor, que a través de su muerte facilitó la salvación y reconciliación con Dios.
Oración para conseguir el perdón de Dios
Ya en la misma oración del Padre Nuestro, Jesús enseñaba a pedir perdón por los pecados como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, pues son requisitos para tener paz interior y salvación eterna.
Pasemos a formular una oración para conseguir el perdón de Dios:
Padre Mío, Dios, me considero culpable y pido compasión, perdón por mis tropiezos.
Te busco con total confianza por prefieres la penitencia que la muerte del ofensor (…).
Miro a lo lejos del horizonte para ver tus brazos abiertos y tu corazón paternal para atraerme a tu amor infinito. Padre Celestial, dispénsame y dame tu abrazo eterno. Amén.
Qué dice la Biblia sobre el perdón de los pecados
En el judaísmo
En las escrituras judía de la Torá, la absolución es un mandato divino, una Mitzvá que proscribe la venganza, el resentimiento o el rencor. Además, en el judaísmo, es Dios quien puede conceder o dispensar del pecado, no el sacerdote o el rabino.
Por otra parte, el perdón en esta enfoque religioso consta de tres niveles: la resolución de acabar con el dolor; quitarse el dolor y cesar de culpar a otros y el último nivel que es reemplazar la negatividad por el amor.
Para los judíos existe el Yom Kipur o día del Perdón, 10 días después del Año Nuevo. Es una de las celebraciones más solemnes y respetadas del calendario religioso judío, que como todas sus fiestas, empieza la tarde del día anterior, se realiza un ayuno inflexible, ofrecen plegarias de arrepentimiento por las faltas durante el año.
Contrariamente a la religión católica, en la cual se pide perdón al sacerdote mediante la confesión, el judío tiene que pedir perdón, con sinceridad, a quienes ofendió, porque es la única manera que la deidad pueda absolverlo.
Según el Nuevo Testamento
De acuerdo con el NT, el amor al prójimo manda (obliga, aunque ya veremos lo negativo de esto) a todos a perdonarse mutuamente, y resolver los asuntos judiciales antes de ir al juez y terminar en la cárcel.
Incluso es un imperativo moral perdonar a quienes nos faltan o nos odian plenamente (77 veces). De modo que allí se pueden leer diversas referencias a la indulgencia entre hermanos, el propio Cristo pidió perdón para quienes lo llevaron a la muerte, y en todo momento de sus prédicas llegó a recomendar poner la otra mejilla y amar incluso a los enemigos.
En la plegaria del Padrenuestro se habla también del perdón de los pecados por parte de Dios, así como entre hermanos se perdonan cuando hay ofensas.
Ideas equivocadas sobre el perdón
- Perdonar no significa olvidar
El acto de perdonar exige recordar y mantener conciencia clara de la ofensa que absolvimos, pues ello es condición para que ocurra la extirpación de la falta.
Es un error decir que no se puede perdonar, porque tampoco se puede olvidar. El olvido no puede ser la prueba de que hemos perdonado, porque más bien estaríamos promoviendo la amnesia, un mecanismo psíquico de defensa.
- Absolver no quiere decir negar
No tiene sentido tampoco negar la ofensa o acorazarse y reprimir las emociones. Es una reacción psicológica defensiva que puede convertirse en algo patológico.
Entonces el sujeto se apertrecha en la idea de la aflicción, y se estresa sin saber con exactitud qué le pasa. A veces, incluso, ni siquiera desea sanar y aún menos perdonar. Si no acepta la realidad de la ofensa no podrá originar el modo de que su cerebro acepte la necesidad de curarse.
La necesidad de perdonar no puede llevarlo a la amputación de una parte de sí mismo, porque ello generaría una disociación personal inapropiada.
- Perdonar amerita más que un simple acto de voluntad
El perdón no puede ser un simple acto de voluntad, artificial, de la boca para afuera, sin que intervenga el corazón y la sinceridad. Por ello no tiene mucho sentido que se perdone a otra persona sólo por quedar bien ante una tercera, o para aparentar ante la sociedad. Tampoco hace bien el maestro o educador que obliga a los niños que pelean a que se pidan perdón mutuo, porque sencillamente el perdón no es un acto mágico que cure todo tipo de agravios.
- Dispensar no puede ser una obligación
El perdón no es una obligación, ni siquiera moral, o se hace libremente o no existe.
Algunos pastores se sienten llamados a obligar a la gente a perdonar (dicen que es una obligación cristiana, que hay que perdonar, entre otros), pero la voluntad de perdonar siempre se enfrenta con las resistencias de los sentimientos y emociones, que deben ser oídas también.
Es que, el perdón, debe tener un carácter gratuito y espontáneo.
Muchos cristianos no deben interpretar erróneamente el Padrenuestro al pedirle a Dios que nos perdone del mismo modo en que lo hacemos con nuestros enemigos, como que ello fuera una exigencia de justicia divina.
- Perdonar no quiere decir renunciar a pedir justicia
El perdón no significa renunciar a los derechos de pedir justicia contra los malhechores, pues entonces ocurriría como decía Bernard Shaw, que el perdón se convierte en una cueva o refugio para los malos.
Los cristianos que presentan la otra mejilla serían cómplices de actos delictivos. Es que, mientras la justicia se encarga de reponer sobre una base objetiva los derechos de la persona ofendida, el perdón es un acto de benevolencia que se ofrece por gratuidad.
- Perdonar al otro no significa disculparle
Otro concepto equivocado del perdón es considerar que la persona nos ofendió no tuvo responsabilidad moral o legal en lo que hizo, porque “son cosas del malo”. Estos no serían más que pretextos basados en la idea de que todo es culpa de la influencia cultural, de la herencia, de la educación, del ambiente, entre otros.
De modo que nadie es responsable de sus actos, porque nadie puede asegurar que tiene suficiente libertad. En todo caso, el tema es discutible en la Sociología del Delito, en la cual se estudian los factores biopsicosociales que confluyen en el delito.
- Absolver no es una demostración de superioridad moral
Algunos perdones, más que liberar lo que hacen es humillar, porque se convierten en actos sutiles de superioridad moral, de cierta arrogancia o pedantería.
Entonces el perdón se disfraza de cierta apariencia de benevolencia que disimula la intención de dominio. En el fondo se trata de personas que se sienten humilladas e intentan protegerse de la vergüenza (y sentimientos de ofensa a su orgullo) y por eso se camuflan con la superioridad del sujeto herido supuestamente “generoso”.
- No termine por endosarle la responsabilidad a Dios
No crea que es Dios el que tiene que encargarse de dispensar al ofensor y usted no. Ese es un mal pretexto para echarle encima a la deidad un trabajo que no es de su incumbencia, pues está ocupado con otras cosas más urgentes.
Por ahora nos despedimos, no sin antes recordarte que puedes encontrar muchos más temas de tú interés en nuestra página web.