Cómo amar a Dios cuándo las cosas no van bien: Qué quiere decir amar a Dios sobre todas las cosas

Cuando todo marcha como queremos nos sentimos en pleno confort; de hecho algunos agradecen a Dios por ello y otros ni eso… pero y cuando no, ciertas personas reniegan de la presencia de nuestro Señor, entonces: ¿Cómo amar a Dios cuándo las cosas no van bien? De eso hablaremos en este artículo.

Amar, palabra enigmática que ha sido incluso enarbolada por los hombres más sanguinarios de la historia que han asesinado en nombre del amor, pero nosotros entraremos al encuentro con alguien que sí sabe de amor: Dios Padre y su hijo Jesús, que vino a probar con hechos que está lejos de la violencia contemporánea y que su amor es real e incondicional.

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Cómo amar a Dios cuándo las cosas no van bien

No es lo mismo pedirle a un mundano que ame a Dios cuando los asuntos le van mal, que a una persona que ha cultivado su vida con las Sagradas Escrituras.

Cómo amar a Dios cuándo las cosas no van bien

El primero, puede decirse que tiene una fe vacilante, desconoce diversos acontecimientos bíblicos y no es seguro de confiar. En cambio una persona que durante años ha alimentado su mente con la Palabra, con versículos que lee e interpretaba para su construcción espiritual, si las cosas salen mal entenderá que ello es la voluntad de Dios, y así lo entendió Jesús en el monte de Getsemaní, cuando repitió a su Padre que no hiciera otra voluntad que no fuera la suya.

Recuerde que la vida está llena de imprevistos, la muerte es una realidad inevitable, como dice el libro de Eclesiastés, y el de Sabiduría;  todo mundo no tiene la misma tendencia a portarse bien, y en fin, los problemas humanos no terminan nunca hasta el Juicio Final.

Pero en medio de esas vicisitudes hemos de hacer un inventario de todas las bendiciones que nos ha dado Dios (y sigue suministrándonos), visualizar su presencia dentro de nosotros, aceptar que las desgracias pueden colocarnos en un estado de estrés, y que a lo mejor en esos momentos críticos necesitamos retirarnos a meditar sobre ciertas verdades existenciales.

A partir de allí, hay que convertir la adversidad en una fuerza espiritual, orar a diario, alimentarnos día a día “saturarnos” con la Palabra de Dios, incluso llorar  si es necesario,  pero luego hay que volver a nuestras actividades normales.

Qué quiere decir amar a Dios sobre todas las cosas

El libro Deuteronomio 6:4 manda a amar a Dios con todo tu corazón, toda tu alma, y esta actitud interior vale más que todo el culto.

Amar a Dios sobre todas las cosas es el primer mandamiento para Israel y siguió siéndolo para los cristianos, como expresa Marcos 12:28.

En su pasión y muerte Jesús llega a la cima de ese amor al Padre, obedeciéndolo hasta perecer ejecutado.

Por supuesto, para amar a Dios primero hay que conocerlo mediante las Escrituras, la oración, la asistencia a la Iglesia, el encuentro con la vida misma, entre otros. Más que la existencia real de Dios, su lugar y tiempo, su materialidad, que es buscada por muchos como resultado de un error en las interpretaciones del nombre de Dios es su relación con la espiritualidad.

Amar a Dios sobre todas las cosas quiere decir que debemos saber que Dios es la presencia divina, la máxima figura, no tiene igual… debemos entender sus designios y aceptar que todo lo que El Señor ha dispuesto para nosotros es el deber ser, no dudes de sus decisiones, pues para todo nos tiene un propósito.

Qué significa el amor de Dios en nuestras vidas

Todos los israelitas de la antigüedad creían en el amor de Dios, a quien imaginaban como un padre protector, pero también temible y castigador.

No es eso lo que debe promoverse en el Cristianismo, porque en verdad nadie puede amar lo que teme. Los padres que en la casa se rodean de miedo, de severidad, de exceso de autoridad, pronto son abandonados por los hijos y hasta aborrecidos por quienes los rodean.

Ese Dios del Antiguo Testamento más bien era una proyección psicológica de aquellos tiempos patriarcales y bárbaros hasta cierto punto. Incluso era una deidad paradójica y hasta caprichosa, como bien expresa el filósofo español Fernando Savater, pues no sólo era celoso sino que parecía demasiado necesitado de amor (lo cual es extraño en un Dios todopoderoso).

Pero con la llegada de Cristo se corrigen un  poco esas exageraciones y aparece un nuevo amor de Dios más sorprendente porque viene a predicar el amor precisamente en medio de aquel barbarismo reinante.

El amor de Dios significa no la violencia en nombre de la Jihad o las guerras Santas sino la hermandad entre todos los seres humanos, la vida en paz, el entendimiento, la inteligencia, la cooperación, la práctica de la bondad, entre muchos otros.

Incluso, si se en el sentido materialista de la ciencia, se encontrara mañana que no existe Dios, eso no acabaría con el Cristianismo, porque seguiría estando en el corazón de las personas. Sin embargo su presencia para nosotros no está en duda, el amor de Dios está presente en nuestras vidas.

Qué es amar a tu prójimo como a ti mismo

El amor al prójimo se menciona ya en el Antiguo Testamento (Lev.19:18, Deut.10:8) y en otros de la Ley y los Profetas se indica que no es posible agradar a Dios sin respetar y ayudar al prójimo, especialmente los más humildes, los bienaventurados del Nuevo Testamento.

En un momento de su vida, Jesús notó que sus coterráneos no tenían claro quién era el prójimo, por ello decide presentarles  un relato para explicarlo (Lc.10:25-37). De acuerdo con esta narración del buen samaritano, el prójimo es aquella persona que actúa con conciencia de estar haciendo algo bien a favor de una persona que amerita su ayuda.

Entonces, toda persona está llamada a realizar acciones positivas a favor de ese otro ser que forma parte de la humanidad, a través de la empatía y el amor.

En la ilustración presentada por El Mesías, el prójimo se arriesga sin reserva ni cálculo para auxiliar al desconocido que yacía golpeado en el suelo, en él no hay reservas de clase social.

El activista norteamericano a favor de la lucha por los hombres de color, Martin Luther King amplió este tema en cierta ocasión cuando dijo que la idea no es sólo ayudar al otro sino trabajar socialmente para evitar que esas personas en desventaja (mujeres, niños, negros, extranjeros, refugiados) sean golpeadas y despojadas en el camino de la vida, que es como el de Jericó.

Para ello se requiere el amor, pero debe empezar por el perdón, la comprensión del otro, la evitación de los prejuicios sociales, y más.

Amar a tu prójimo como a ti mismo significa tratar a los demás como querrías que ellos te trataran a ti (Luc.6:31).

Para Jesús no tiene mérito que la gente solo se porte bien con sus propios familiares, porque eso lo hace cualquiera, más bien se trata de ser amable con los desconocidos y personas con alguna desventaja o impedimento.

La noche de Getsemaní

Este acontecimiento se relata en los evangelios de Mateo 26: 36-45, Marcos 14:39-45, Lucas 22:39-45, y el cuarto evangelio de Juan lo omite y presenta a un Jesús más calmado.

En algunos textos de los evangelios antiguos se omiten los versículos 43-44, porque a muchos les escandalizaba el testimonio de la debilidad de Cristo, aunque Lucas dice que un ángel del cielo se le apareció para animarlo.

Jesús está solo en el huerto de Getsemaní, siente el silencio de Dios, y se convierte en el hombre de los dolores que arrastra con todos los quebrantos, padece una tristeza de muerte ante su Padre amado, pero igual repite que se haga su voluntad.

la noche de getsemaní

La agonía, misteriosa, lo hace sudar sangre, fenómeno que los médicos confirman como posible debido a que la presión arterial origina el rompimiento de algunos vasos sanguíneos.

Esta narración nos indica la fe con la que nuestro Señor Jesús asumió los designios de nuestro Padre aunque llegó a poner en duda el amor de Dios en algún momento de angustia, pero luego asumió los propósitos que el Padre tenía para consigo.

Su ejemplo de fortaleza será seguido por sus mártires  que morirán crucificados, como Pedro con la cabeza hacia abajo, Pablo decapitado por el emperador Tiberio Augusto Nerón,  u  otros que fueron comidos por fieras en la arena del circo romano.

Sentirse amado por Dios o incluso por cualquier otra idea produce cierto nivel de tranquilidad, de seguridad en las personas, y las lleva a cambiar, a sentirse en paz, a meditar, orar, darle un sentido teológico o religioso a su vida. Alabado sea, si es así.

Nos despedimos y te recordamos que para más temas de tú interés tienes a tu entera disposición visitar nuestra web.


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